jueves, 14 de octubre de 2010

We are sailing...

Sometimes I think that Malta has the same reasons for coming as for not coming. Today I have said goodbye to one of my best friends at the airport. He is coming back to Italy, to his home.

You meet so many people who come here like you did, to disconnect and to look for a job while they are improving their English. But unfortunately, Malta is a place for just passing through, so I have made really good friends to whom sooner or latter I should say "see you soon. I wish we will meet again". While good moments that I have lived here leave a good taste in my mouth.

Trips to Blue Lagoon one time and another, excursions to Marsaxlokk to see its fishmarket, walks between Sliema and St. Julians during the sunrise, beers after work in a pub by the seashore and endless party nights.

If that day I hadn't decided to pack my stuff and come to Malta, I wouldn't miss everything the day that I leave. But at the same time, I would be less happy because of everything that I couldn't have lived here.

"I am sailing" from Rod Stewart sounds for me today.


martes, 12 de octubre de 2010

Dos lalinenses en Malta. Segunda parte


Y seguimos...
Antes de alquilar nuestro coche quería enseñarle a mi hermana el verdadero motor de Malta: sus autobuses. Fácilmente distinguibles no solo por sus colores, sino por su ruido de máquina cascarrabias, al final les he cogido cariño.

A veces incluso encuentras alguno realmente antiguo y muy bien conservado y limpio tanto por dentro como por fuera, señal del orgullo que siente el conductor por su viejo amigo.

Su punto de encuentro o lo que es lo mismo, la central de autobuses, se encuentra en una plaza a la entrada de la amurallada Valletta. Un caos, un ajetreo, un desorden que sólo ellos entienden, y que al turista vuelve loco.



Ya con nuestro coche de alquiler nos fuimos a Blue Grotto, con la mala suerte de que ese día no salían las barcas porque soplaba mucho el viento. Aún así, ver esas formas en la roca tan difíciles y tan desafiantes a la gravedad fue espectacular.
Saltamos el muro y siguiendo las indicaciones de los barqueros frustados, nos fuimos hasta el borde del acantilado para poder sacar algunas de las fotos más bonitas que tenemos de Malta.
Y lo mejor fue la sonrisa del guarda del aparcamiento cuando le dimos la propina. Seguramente no se esperaba tanto ni nosotras sabíamos cuánto darle, pero aún así nos reímos un rato con su expresión de dibujo animado.
De camino hacia Sliema de nuevo nos encontramos con una señal que estábamos tan dispuestas a seguir que dimos la vuelta con el coche. ¡¡Ese era nuestro lugar en Malta!!

El paraíso nos lo reservamos para el último día, así mi hermana podría tener un viaje de regreso relajado. Comino nos estaba esperando, aunque de nuevo con olas grandes y el mar un poco enfadado. Asi que el barco tuvo que ir por una ruta alternativa y nos dejó al lado del único hotel de la isla. Caminamos unos 8 minutos hasta ver desde lo alto la pequeña Blue Lagoon.


Azul turquesa, arena fina y rocas abruptas con miles de hamacas es la descripción más simple que se puede dar, porque el resto es mejor guárdarselo para uno mismo, ya que no creo que haya palabras para este lugar.